martes, 1 de septiembre de 2009

Extraterritorial II

El pueblo, la ciudad, la ciudad, el pueblo....momentos de pasaje que se terminan, nuevas posibilidades y esa sensación de no pertenecer a ningún lugar y formar parte de todos.
Un día la vida da un giro de 180 y todo lo que teníamos como seguro se escapa como la arena entre los dedos en un día ventoso.
Me encuentro extrañando el lugar de donde vine pero en el cuál nunca viví y a la vez añoro la ciudad que me alojó tantos años pero que nunca sentí como propia.
Los lugares son los mismos de siempre pero yo ya no soy la que era...¡Bien por mi!
.....Ahora solo me queda.....construir todo de nuevo.....nada más.....y nada menos.
¿Alguien me haría el favor de indicarme al camino a mi casa?

1 comentario:

  1. Pero ¿no es grandiosa esa idea de construir todo de nuevo? Es como si tuvieras una masa informe de barro a la que puedes moldear a tu antojo. Supongo, por otro lado, que cada mudanza es una despedida y en ello van muchos sentimientos. Y, sin embargo, bien cuidados, queridos y guardados los sentimientos emergerán una y otra vez conforme nuestra memoria lo requiera (sé que suena tonto, pero al decir esto no pretendo que un sentimiento funja como sucedáneo de la realidad).

    ¿Sabes? Uno de mis tantos juegos mentales consiste en pensar que un buen día, cojo una pequeña maleta, la preparo con lo esencial y me pierdo en algún pueblo de mi patria en donde nadie me conozca, en donde pueda llegar a cualquier lugar y pedir trabajo, alquilar una pequeña vivienda, convivir con los animales y el cielo y, en suma, renacer.

    Yo creo m-maybe, que estás frente a una gran oportunidad.

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